jueves, 15 de diciembre de 2011


“Caperucita Roja” que se nos fue

¡Ah, si volvieras!... ¡Cómo te extrañan mis hermanos!

La casa es un desquicio: ya no está la hacendosa

muchacha de otros tiempos. ¡Eras la habilidosa

que todo lo sabías hacer con esas manos...!

El menor de los chicos, ¡pobrecito!, te llama

recordándote siempre lo que le prometieras,

para que le des algo... Y a veces -¡si lo oyeras!-

para que como entonces le prepares la cama.

¡Como entonces! ¿Entiendes? ¡Ah, desde que te fuiste,

en la casita nuestra todo el mundo anda triste!

y temo que los viejos enfermen, ¡pobres viejos!

Mi madre disimula, pero a escondidas llora

con el supersticioso temor de verte lejos...

Caperucita roja, ¿dónde estarás ahora?

¿No te veremos más?

...¿Conque estás decidida? ¿No te detiene nada?

¿Ni siquiera el anuncio de este presentimiento?

¡No puedes negar que eres una desamorada:

te vas así, tranquila, sin un remordimiento!

¡Has sido tanto tiempo nuestra hermanita! Mira

si no te desearemos buen viaje y mejor suerte,

...tu decisión de anoche la creíamos mentira:

¡que tan acostumbrados estábamos a verte!

Nos quedaremos solos. ¡Y cómo quedaremos...!

De más fuera decirte cuánto te extrañaremos;

y tú, también, ¿es cierto que nos extrañarás ?

¡Pensar que entre nosotros ya no estarás mañana,

Caperucita roja que fuiste nuestra hermana,

Caperucita roja, ¿no te veremos más?

La vuelta de “Caperucita”

Entra sin miedo, hermana: no te diremos nada.

¡Qué cambiado está todo, qué cambiado! ¿No es cierto?

¡Si supieras la vida que llevamos pasada!

Mamá ha caído enferma y el pobre viejo ha muerto...

Los menores te extrañan todavía, y los otros

verán en ti a la hermana perdida que regresa:

puedes quedarte, siempre tendrás entre nosotros,

con el cariño de antes, un lugar en la mesa.

Quédate con nosotros. Sufres y vienes pobre.

Ni un reproche te haremos: ni una palabra sobre

el oculto motivo de tu distanciamiento;

ya demasiado sabes cuánto te hemos querido:

aquel día, ¿recuerdas? tuve un presentimiento...

¡Si no te hubieras ido!

Evaristo Carriego, nació en Paraná (Entre Ríos) en 1893. Colaboró con La Protesta, Caras y caretas y otras revistas. En vida editó Misas herejes, un libro de versos, cuatro años antes de morir en 1912. A su muerte, sus amigos reunieron su producción en Poemas póstumos y La canción del barrio.

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